Diez minutos trabajando y ya no puedes más. Es lunes por la mañana y te sientes como Arya Stark, recitando en voz baja los nombre de tus enemigos una y otra vez. La sombra se cierne sobre tu hombro. Tus compañeros no ayudan. Qué sombríos son los muy cabrones. Solo por no verlos te hubieras leer mas…